Por: Abraham Marmolejos
RZ NOTICIAS, SANTO DOMINGO.- La República Dominicana ha sido cuna de grandes talentos en diferentes áreas, que en su momento, gozaron del reconocimiento del público y la fama. Sin embargo, muchos de ellos, en el transitar del tiempo, enfrentaron un destino marcado por el olvido, la marginación, enfermedad y la pobreza. A continuación, El Nuevo Diario presenta un repaso por algunas de estas tristes historias que reflejan la fragilidad a la que queda expuesta la gloria artística en la República Dominicana al alcanzar la vejez.
José Cestero (Pintor dominicano, Premio Nacional de Artes Plásticas 2015)
El pintor José Cestero, una de las figuras más destacadas del arte plástico dominicano, fue visto en condiciones alarmantes. Su situación provocó gran indignación tras la denuncia de su estado de abandono en un video publicado en redes sociales. Aunque sus allegados aseguran que Cestero cuenta con los recursos necesarios para sostenerse, este caso ha reavivado el debate sobre la falta de apoyo a los grandes artistas en el país, recordando a otros talentos que estuvieron en la gloria pasaron a la precariedad.
Eduardo Brito (Cantante dominicano)
José Eleuterio Brito Aragonés, mejor conocido como Eduardo Brito, dejó una huella imborrable en la música dominicana con su inigualable voz de barítono. Su legado es tan significativo que el Teatro Nacional de Santo Domingo lleva su nombre. Sin embargo, su final fue trágico. Víctima de una sífilis cerebral, pasó sus últimos años en el Manicomio de Nigua, donde falleció el 5 de enero de 1946.
Dionisio Mejía “Guandulito” (Merenguero típico)
Dionisio Mejía, conocido como Guandulito, fue un referente del merengue típico. A pesar de su contribución a la música nacional, murió en la extrema pobreza el 16 de junio de 1979. Su despedida fue sencilla, sin lujos ni grandes homenajes y su féretro fue adquirido por figuras como Corporán de los Santos y Joseíto Mateo, quienes no permitieron que su entierro pasara desapercibido.
Tomás Santana de la Cruz “El General Larguito” (Músico y compositor)
Tomás Santana de la Cruz, mejor conocido como El General Larguito, marcó la historia del merengue típico con éxitos como «La chiflera» y «Navidad sin mi madre». No obstante, la fama no le garantizó estabilidad. Sin pensión ni apoyo institucional, terminó viviendo en condiciones precarias en una pensión cercana al Ingenio Santiago. Fue víctima de un tumor pulmonar que le arrebató la vida, mientras que el Ministerio de Cultura tuvo que costear sus honras fúnebres.
Jerry Vargas “El Nazareno” (Merenguero)
Durante los años 80, Jerry Vargas, conocido como El Nazareno, dominó la escena merenguera con temas como «Ojitos mexicanos» y «Nos enamoramos». Sin embargo, en sus últimos días, enfrentó un destino desolador. Fue velado en la funeraria municipal de Los Alcarrizos y sepultado sin lápida en el cementerio Cristo Redentor, en una despedida austera que contrastaba con sus días de esplendor.
Charlie Amarante (Merenguero)
Charlie Amarante, recordado por interpretar el merengue «Vagabundo», vivió en condiciones que reflejaban la letra de su éxito musical. El alcoholismo lo llevó a un estado de abandono en su natal Moca. Fue la voz principal de la orquesta de Luis Ovalles y dejó temas como «Palo bonito» y «Se fue la luz». Su vida se apagó debido a los estragos causados por su adicción.
Ramón Ascencio (Actor y humorista)
Actor y humorista dominicano, Ramón Ascencio dio vida al recordado personaje de Tano Kao, un boxeador que quería resolver sus problemas peleando y siempre perdía. Sin embargo, su historia tuvo un giro triste cuando el Alzheimer lo llevó a pasar sus últimos días en un asilo de Nueva York, donde falleció lejos de los escenarios que lo vieron brillar.
Raffy Matías (Merenguero)
Raffy Matías, exitoso merenguero de los años 90, vio su carrera desplomarse cuando su productor vendió el catálogo de su disquera, dejándolo sin poder grabar ni difundir su música. Demandas y decepciones lo alejaron del escenario, y cuando pudo grabar nuevas producciones tras vencerse el contrato, el merengue ya no tenía el mismo auge. Sumido en la miseria y sin recursos para tratar su salud, falleció el 2 de octubre de 2024 en La Vega, a los 56 años, sin recibir la pensión que tanto solicitó. Irónicamente, tras su muerte, el Gobierno otorgó una pensión de 50 mil pesos y un apartamento a su esposa.
Nelson Gil (Merenguero)
Nelson Gil, exintegrante de La Artillería, falleció tras un segundo derrame cerebral que lo dejó fuera de la música desde 1997. Sin recursos para tratar su salud, pidió ayuda a colegas y al Gobierno, pero vivió en la miseria hasta su muerte. Aclamado en su época, terminó olvidado, como tantos otros artistas dominicanos.
Blas Durán (Bachatero)
El icónico bachatero conocido por sus letras de doble sentido y éxitos como La Arepa y El Conejo de la Vecina, falleció el 28 de marzo de 2023 a los 82 años. Luchó por más de una década contra el párkinson y sobrevivió a más de 10 derrames cerebrales. En su vejez, sufrió enfermedades y abandono familiar, dependiendo únicamente de su hija Ana Durán en los últimos días de su vida.
Melvin Rafael “Merele” (Compositor)
Merele fue un genio detrás de grandes éxitos del merengue, escribiendo temas interpretados por Eddy Herrera, Sergio Vargas y Pochy Familia. Sin embargo, su lucha contra el abuso de drogas y alcohol lo llevó a deambular por las calles, dependiendo de la caridad de amigos del medio artístico.
Juan Ramón Domínguez (Expelotero de Grandes Ligas)
El exlanzador dominicano de las Grandes Ligas, Juan Domínguez, conocido por su paso en los Rangers de Texas entre 2003 y 2005, fue captado en las calles de República Dominicana bajo el efecto de las drogas, deambulando sin dirección alguna y como si fuera poco, semidesnudo, mientras parece estar desconectado de la realidad.
Manuel La Güira (Destacado músico dominicano)
Manuel La Güira, músico que compartió escenario con Juan Luis Guerra y Fernando Villalona, vivió el auge del merengue en su mejor época. No obstante, su adicción a las drogas lo alejó de los escenarios y terminó en la indigencia, sin un hogar ni apoyo. En entrevistas, confesó haber pasado hambre y frío, enfrentando peligros en las calles.
Estas historias reflejan una dura realidad: el talento y la fama no siempre garantizan una vejez digna. Muchos artistas, tras haber enriquecido la cultura nacional, terminan en el olvido, en la pobreza o sin la ayuda que merecen. Un llamado de atención para que sus legados no sean reconocidos solo en la nostalgia, sino también en acciones concretas para su bienestar.